Colima, México, Avanzada (22/07/2018).- A sus 17 años Lupita conoció dos albergues de rehabilitación, la calle y el amor de los abuelos, esto último le permitió abandonar la adicción a las drogas, misma que desarrolló desde los 10 años porque sus padres la indujeron a ello.
“Mi papá y mamá eran drogadictos y ellos me daban para que probara y así fue, yo ni sabía nada”.
Con sus padres la joven vivió sus primero 10 años de vida, después sus progenitores se separaron y ella se quedó a vivir con su mamá.
“Cuando ella se drogaba me daba marihuana, resistol, foco, lo que tuviera, aunque era más foquera porque es más barato conseguir”.
A los meses, Lupita se fue a vivir con su papá, “y era lo mismo, diario andaba en eso, ya ni trabajaba; mi abuela era la que nos mantenía porque vende fruta”.
Cuando cumplió 14 años sus abuelos paternos decidieron llevársela a vivir con ellos, “fue cuando me escapé de la casa y anduve en la calle, me fui con ellos a las Amarillas y me metieron a un albergue pero cuando me visitaba mi papá o mamá me daban droga y volvía a caer y así me cambiaron de albergue y ahí ya no dejaron entrar a mis papás”.
A sus 17 años tiene la secundaria inconclusa, “estudiaba primero en la secundaria Alberto Isaac pero me salí porque me fui a vivir a la colonia Las Amarillas y entré a la secundaria nocturna pero también me salí cuando ya iba a terminar segundo porque mi mamá tuvo un hijo y yo quería cuidar a mi hermano y que no le pasara lo que a mí”.
-¿Ya no te drogas?
“No, desde hace mucho tiempo y porque mi abuela me dijo que ya no me va a apoyar si lo hago y voy a quedarme como unas primas que nadie quiere por que se la pasan drogadas”.
-¿Con quién vives?
“Con mi mamá pero también dejó el vicio por mi hermanito y tiene un novio que le advirtió que si consumía la mandaba a la chingada, él es mecánico y taxista, como mi abuelo materno”.